Tuesday, February 17, 2009

El anticlerical parte XIX

“Pero si sucede una desgracia, tendrás que dar vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie”. Éxodo 21:23-24
Florimel, hermosa chica, fue a hablar con el padre Picho, el párroco del pueblo. Lo halló en la sacristía. “Mi novio es un hijo de p... -le dijo con enojo-. Anoche me tomó la mano”. “Eso no quiere decir que sea un hijo de p..., hija -responde el señor cura-. Mira: yo también te estoy tomando la mano, y eso no significa que sea un hijo de p...”. “Luego me agarró una bubi -añade Florimel-. Es un hijo de p...”. “No lo es, hija -contesta el sacerdote-. Mira: yo también te estoy agarrando una bubi, y eso no significa que sea un hijo de p...”. Prosigue la muchacha: “Pero es que también me hizo el amor. Le digo que es un hijo de p...”. “No lo es, hija -insiste el padre Picho-. Mira: ahora yo también te estoy haciendo el amor, y eso no significa que sea un hijo de p...”. Declara entonces Florimel: “Pero es que mi novio tenía herpes genital, y me lo contagió”. Prorrumpe entonces con furor el párroco: “¡Mira qué hijo de p...!”

Un cardenal portugues recomendo a las portuguesas a no casarse con musulmanes. Pero no crean que el catolicismo es una perita en dulce, empezando por sus enfermos representantes de dios en la tierra.

“Soy una pecadora, padre -le dice la curvilínea penitente al joven confesor-. Estoy poseída siempre por la lujuria, la libídine y la lubricidad. No puedo ver un hombre sin sentir el urgente deseo de entregarme a él. Ahora mismo, en su presencia, me asalta esa imperiosa necesidad de sexo. Temo por mi alma, señor cura. ¿Cree usted que puedo salvarme?”. “Esta vez sí -contesta el joven sacerdote-, porque tengo una junta con el señor Obispo. Pero la próxima vez no te me escapas”...

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