Friday, January 30, 2009

El anticlerical parte XVII

3 chistes 3 .... de CATON

=P

Aquel perico vivia en un burdel, mancebia, casa de asignacion, prostibulo, congal, rameria, lenocinio, casa publica, bayu, quilombo, zumbido, manfla o lupanar. Cierto dia hubo un sismo que destruyo la casa. El cotorro se vio solo en la calle. Paso una monjita y compadecida del pajarraco lo llevo al convento. Ahi se habian reunido ya todas las reverendas y los padrecitos. El loro pasea la mirada a su alrededor y luego dictamina: "Mujeres nuevas. Clientes los mismos"

El padre Arsilio vio en la calle a un hombre que iba con su esposa y sus hijos, una docena de chiquillos y chiquillas. Lo detiene y le dice: “Hijo mío: permíteme felicitarte. No has hecho caso de esa maligna propaganda para controlar la natalidad, y como buen católico has seguido el precepto de Nuestro Señor que invita a los casados a fundar una familia numerosa”. Responde el individuo: “Disculpe usted, padre. No soy católico. Soy protestante”. “¡Apártate de mi presencia! -rebufa el padre Arsilio-. ¡Entonces eres un maniático sexual!”

El padre Alvino era un gran bebedor. Se jactaba de que no había en toda la comarca mejor catador que él. Con sólo olerlo podía reconocer cualquier vino, y hasta decir el año de la cosecha. Un día sus parroquianos lo pusieron a prueba en la taberna del lugar. Tras vendarle los ojos le acercaron a la nariz una copa de vino. Aspira su aroma el padre Alvino y dice con seguridad: “Tinto. Rioja. Cosecha 1974”. Le acercan otra copa, y declara el padre Alvino sin dudar. “Blanco. Del Rhin. Cosecha 1962”. El tabernero, entonces, hace que una muchacha se le acerque al padre Alvino. Aspira el gran catador el aroma de la chica y dice luego: “Rubia. Ojos verdes. 90-60-90. Cosecha 1985. Y no es de mi parroquia”

Don Senilio, maduro caballero, fue a confesarse . “Me acuso, padre -le dice al sacerdote-, de que anoche hice el amor con una mujer que no es mi esposa. Y se lo hice tres veces seguidas”. Le indica el sacerdote: “De penitencia rezarás 10 padrenuestros”. El veterano se alegra. Exclama feliz: “¿Entonces usted sí me cree, padre?”

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